Padres: ¿Se hace o se nace?



Pronto llegará un nuevo integrante a la familia. El sentimiento es de dicha, orgullo, amor… pero también están presenten los miedos o inseguridades ante situaciones nuevas. Escuchar a los amigos, abuelos o vecinos opinando sobre como bañarlo, acostarlo, darle de comer, etc. puede afectarnos más de lo que pensamos ya que nos creemos que estamos ante un asunto muy complicado cuando la realidad dice que no nos dejemos impresionar por todo lo que se dice y concientizarnos de que sabemos más de lo que suponemos ya que el instinto de padres está latente en cada uno de nosotros.




El nacimiento de un hijo y su posterior crianza no es difícil si ponemos toda la energía para confiar en nuestra sensatez y tomar todas las situaciones que se nos vayan presentando con tranquilidad. En el caso de tener que tomar decisiones más importantes, cómo en situación de enfermedad, lo mejor es recurrir al pediatra, pero bajo ningún concepto permitir que todos den su opinión sobre cómo resolver el asunto.

Confiar en sí mismo


Es probable que la llegada de un bebé sobre todo en padres primerizos, genere dudas y miedos porque nos imaginamos que no vamos a saber cómo resolver determinadas situaciones con nuestro hijo. Esto es bastante frecuente y realmente la clave es confiar en sí mismo.


Tener presente siempre que el amor y cuidado que como padres ofrecemos a nuestros hijos, es mucho más valioso que saber a la perfección cómo preparar una mamadera o cómo bañarlo de la mejor manera. No importa si al levantarlo de la cuna se hace al principio de forma insegura o si le damos el puré y el bebé se ensucia todo ya que, el cariño que naturalmente se trasmite de padres a hijos es lo más valioso que podemos brindar y que ninguna otra persona se lo va a poder ofrecer por más diestra que fuere.

Quizá pueda llamar la atención el hecho de que “Una mamá sosteniendo en sus brazos a su bebé que está llorando" cuánto más estudian las personas diferentes alternativas para la crianza de sus hijos, más se saca en limpio de que todo lo que nace de forma instintiva de parte de los padres para ayudar o comprender a los niños, es en casi todas los casos lo mejor. En el rol de padres siempre se realizan las mejores obras cuando se siente esa confianza que nace desde dentro y se aplica, sin importar que se puedan cometer errores ya que eso nos ocurre en cualquier situación vivida diariamente y no solamente con nuestros hijos.


Es de gran ayuda comprender que los padres o las madres no se descubren. Se pueden adquirir conocimientos básicos, por ejemplo, en charlas prenatales, pero la realidad dice que gracias a la experiencia del día a día con respecto al cuidado de los hijos, de cómo alimentarlo, cambiarlo o bañarlo es lo que nos va a ayudar a fortalecernos y generar confianza con respecto al cuidado de ellos sentando una base sólida y llena de amor que es de suma importancia en el resto de las vidas.


Perder el miedo al bebé

El recién nacido llegan al mundo exigiendo atención y esto es una realidad. Pero también tiene todo lo necesario para que se convierta en un niño amado, feliz, amistoso y esto se logra si intentamos que las cosas discurran con calma. Cuando llora puede ser por alguna razón bien clara: hambre, sueño o cambiar el pañal. Bueno, ir viendo y no temer a darle el pecho o biberón porque capaz que no llora por hambre. El bebé mismo si no tiene ganas de comer lo va a rechazar y nada más.

Dejar de lado las ansiedades es un buen método para llevar a cabo la crianza de un bebé. Brindarle amor incondicional, mimos, besos, abrazos… son gestos que jamás están de más. Todos los niños necesitan que se les hable, sonría y estimule porque son elementos esenciales para que se conviertan en el día de mañana en personas que amen la vida y la gente. Un pequeño que no recibe amor es probable que de adulto sea huraño sin saber cómo manejar el afecto que provenga de otras personas.

Por estas razones es que no se debe temer complacer los deseos del bebé siempre y cuando no nos convirtamos en esclavos. Si llora entonces, es importante tratar de encontrar la causa del llanto. Es normal que al sentir a un pequeño llorar nos entre un sentimiento de ansiedad bastante fuerte y el acudir rápidamente a ver que le sucede está muy bien ya que además esto es parte de la naturaleza de un padre o una madre. A veces solamente necesita que se lo tome en brazos y seguro que con esto basta. No temer a brindar todo el amor que nos surja porque no podemos pensar que lo vamos a malcriar sino simplemente le estamos haciendo saber al pequeño que estamos junto a él. Más adelante tenemos tiempo para enseñarle hábitos y costumbres pero por ahora, si lo necesita, ahí estaremos.

Aceptar al niño como es

Ningún niño es igual a otro. Inclusive el crecimiento también puede variar. Los tenemos adelantados en fuerza física y que caminan antes del año, o aquellos que tienen una motricidad en sus dedos muy llamativa, o bebés que hablar rápidamente. No importa cuál es la diferencia entre un niño u otro, sino tener ojos solamente para nuestro hijo. Querer, sentir, amar, disfrutar de ellos como son y olvidarnos de las cualidades que no poseen, es la mejor manera de seguir construyendo una relación sólida entre padres e hijos.


Lo que realmente cuenta es que ellos sienten cuando se los aprecia por lo que son, sin importar si son feos o malos deportistas. Estamos ayudando a que nuestros hijos crezcan con confianza en sí mismos, o sea, niños felices. Niños que seguramente estarán provistos de un espíritu fuerte para aprovechar las virtudes naturales que poseen, aprovechando las oportunidades que se le presentan en su camino y restando importancia a los obstáculos. Estamos así criando niños que tendrán desarrollada una buena capacidad para amar y ser amados.





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