La mamografía no es una prueba que a las mujeres nos encante. Por miedo al resultado, porque se a plasta la mama o por «falta de tiempo», la mayoría la pospone todo lo que puede. Sin embargo, es gracias a este examen que se puede detectar un cáncer en una etapa temprana, cuando todavía es curable.
Un cáncer de mama incipiente es aquel que todavía no puedes palpar, ese que no se ha trasladado hasta las glándulas linfáticas. Normalmente, ese tumor tiene un tamaño de menos de medio centímetro. Algo así como la pepa de un limón. Con la autoexploración mamaria, por lo general, se palpa un tumor cuando mide más de 0,5 cm.
Ahora bien, si resulta que palpas un bultito de más de un centímetro, ve con calma. Aunque el tumor sea grande, si se ubica superficialmente, se puede remover con facilidad. Pero si de detección temprana se trata, lo más recomendable es pasar por una mamografía.
El Doctor Nagi Khouri, profesor asociado de Radiología y Ciencias Radiológicas de Johns Hopkins Medicine, indica que esta prueba existe desde hace muchos años, pero la tecnología menos en el 2000 se introdujo la mamografía digital, que ofrecía grandes ventajas en cuanto a la visualización de una masa (sea quiste o tumor maligno), pero en los últimos dos años se ha empezado a usar un método más efectivo, la tomosíntesis.
Khouri es experto en radiología diagnóstica y su principal área de experiencia es el cáncer de mama. Él indica que la ventaja tecnológica de la tomosíntesis es que permite ver dentro de la mama, como si la cortáramos en tajadas, igual que una tomografía. En términos más prácticos: con la mamografía digital vemos una imagen en 2D, con la tomosíntesis obtenemos su versiónen 3D.
«La mamografía detecta de 68% a 98% casos. En las mujeres que tienen mamas grandes o con bastante grasa es más fácil descubrir un tumor, por eso llegamos a 98% de detección. En las que tienen una densidad glandular más alta (no tienen tanta grasa) la identificación bajaría a 68%.
En estos casos funciona mejor una ecografía o una tomosíntesis», dice Khouri. La explicación es sencilla. En las pruebas, un tumor se aprecia como un puntito blanco, que es fácil de identificar sobre un fondo negro de grasa. Ahora, cuando la mujer tiene una mama densa (con poca grasa), esta se ve blanca, entonces es difícil localizar un puntito blanco sobre un fondo blanco. Tienen que haber numerosos cambios en ese bultito para recién notar la diferencia. Para estos casos ayudan la tomosíntesis y la ecografía.
Para prevenir el cáncer de mama, lo más indicado es hacernos una mamografía anual a partir de los 40 años. Según el doctor Khouri, el 80% de las mujeres que desarrollan cáncer de mama tienen dos factores de riesgo conocidos: uno es ser mujer y el otro tener entre 40 y 80 años. A cualquiera le puede tocar. Y el riesgo aumenta si hay familiares que han tenido cáncer de mama. Lo positivo es que es curable cuando se detecta temprano. ¿Por qué estás postergando la mamografía? En el cáncer de mama, la prevención es la clave.
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