Así como para un niño pequeño es esencial el contacto pleno con su madre, cuando este niño crece y se convierte en un joven, es necesario que las madres soltemos esa parte maternal que tiende a ser demasiado protectora, ansiosa, dominante y controladora.
Después de todo, hay que ser conscientes que ese ser no nos pertenece, sí es real que ha nacido a través nuestro, a través de nuestro cuerpo, pero eso no significa que sea de nuestra propiedad.
Cada ser es un alma por derecho propio, queriendo moldear y crear su vida a su modo.
Como madres, es necesario que seamos conscientes que cada ser viene a la Vida para hacer su propio camino, y nosotras debemos respetarlos.
En nuestra cultura, la maternidad suele ser asociada con tomar y controlar, desde la creencia que “una buena madre nunca deja de luchar por sus hijos”. Pero cuando los hijos crecen, las madres tenemos que confiar en la fuerza y capacidades innatas de su alma para resolver los asuntos que encontrará durante su camino de vida.
Tenemos que aprender a “dejar ser” a nuestros hijos.
Esta actitud interior no es más que una fe madura, es decir, confiar en ese Poder Superior, en esa Sabiduría Superior que nos guía a todos, siempre.
Soltar el deseo de controlar, rendir la propia aflicción a esta Fuente de Sabiduría Superior, nos despierta a niveles de espiritualidad muy profundos.
Comenzamos a comprender que la paz y libertad interior que todos anhelamos no es posible alcanzarla queriendo tener control sobre la Vida. Pues claro! ese no es nuestro lugar aquí!
Esta maternidad espiritual implica poder soltar nuestros miedos y expectativas acerca de nuestros hijos. Nuestro mayor logro es permitirles ser quien verdaderamente es, dejando atrás el deseo de control, el miedo, las expectativas, etc. que, cuando han crecido, les quita energía vital a nuestros hijos.
Cuando nuestros hijos crecen, es necesario estar presentes como un alma que acompaña, como una madre en el sentido espiritual de la palabra; y soltar las emociones de la madre terrenal que tienden a aferrarse y no permiten avanzar hacia adelante, hacia la Vida.
Tenemos que confiar en la fuerza de su alma para hacer su propio camino; y esencialmente, en la Fuerza Superior que nos guía a todos.
Cuando aprendemos a soltar, a dejar ser, aceptar que las cosas son como son, y nos desprendemos de la maternidad aprensiva, controladora, que quiere resolverlo todo; nos transformamos en una madre espiritual, que ve y que sostiene a sus hijos apoyando sus manos en la espalda de ellos; permitiéndoles así que libremente miren hacia adelante, hacia la Vida.
Una madre que ha desarrollado esta dimensión espiritual ya no quiere cambiar a sus hijos, sino que quiere honrarlos por lo que son: Un alma que va a seguir su verdadero camino propio en la vida.
¿Qué no es fácil? ya lo sé... a las madres nos cuesta soltar, pero todas queremos hijos felices verdad? La Vida ordena!
Entonces, no nos inmiscuimos en la vida de los hijos cuando ya son adultos, pero lo que si podemos hacer es mantener nuestros brazos abiertos para que vengan cuando ellos lo necesiten, con la seguridad de que encontrarán unos brazos amorosos para apoyarlos.
Meditación para liberarse de preocupaciones
Cierra ahora los ojos y coloca delante de ti las penas, las preocupaciones y los miedos acerca de alguna persona.
Coloca todo esto delante de ti, a cierta distancia y luego mira más allá de ello, hacia una Luz lejana y hacia algo infinito. Es la Luz de la Vida.
Quédate presa de esta Luz, atraída por ella.
Esta Luz te atrae y atrae también en aquella dirección todo lo que has colocado delante de ti.
Todo está aspirado lejos de ti, hacia aquel punto donde encuentra finalmente la tranquilidad.
Y tú expiras, al fin.
Tenemos problemas porque miramos con una mirada corta, tenemos que aprender a mirar más allá y sintonizar con la Fuerza de la Vida que mueve a todo y todos.
Toma conciencia de qué pequeño es lo que te preocupa, y qué grande es lo que te guía.
Acoge al sentimiento que has sido siempre guiado y siempre lo serás.
La libertad está a nuestro alcance cuando nos atrevemos a soltar y a confiar en la mano de Amor que nos ha guiado, nos guía y siempre nos guiará.
Ahora es tiempo de celebrar la vida.
¡Así sea!
…el Espíritu de la verdad os guiará hasta la verdad completa; pues no hablará por su cuenta, sino que hablará lo que oiga, y os anunciará lo que ha de venir.
Jn 16, 13
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