Lo habitual es que todos los niños adopten un mismo patrón antes de aprender a andar:
Normalmente aprenden a dominar la posición de sentado entre los seis y los ocho meses.
El gateo llega entre los ocho y los diez meses.
De un día para otro, el bebé cambiará de perspectiva y empezará a verlo todo desde las alturas, manteniéndose de pie con algún apoyo (con las manos en un taburete, sujetando los barrotes de su cuna...) y le gustará tanto el nuevo mundo, que en poco tiempo se lanzará a caminar.
Aunque es importante no olvidar que cada niño tiene su propio ritmo y no debemos comparar unos con otros. ¡Cada bebé es un mundo!
Consejos para que el bebé comience a caminar seguro
Es importante, que nuestro hijo dé sus primeros pasos en una zona libre de objetos que puedan dañarle, por ejemplo los muebles sin protección. Las superficies mullidas pero firmes, como el césped o una moqueta o alfombra, le ayudarán a iniciarse en este importante aprendizaje.
Es inevitable que el peque sufra unas cuantas caídas antes de dominar el equilibrio. Si papá o mamá están presentes, se sentirá seguro a pesar de algún que otro culetazo o coscorrón.
En cualquier caso, más vale prevenir que curar: conviene forrar las esquinas de las mesas, tapar enchufes, retirar de su camino objetos que puedan resultar peligrosos...
El corralito
Un apoyo que puede ayudar al niño a desarrollar las funciones motoras es la cuna-parque: el corralito. Según los expertos en psicomotricidad, reúne todos los elementos necesarios para estimular al niño hasta que dé sus primeros pasos: una estructura sólida, un espacio libre, un suelo agradable y confortable para todo tipo de movimientos y unas mallas o redes con la consistencia suficiente para que el niño pueda agarrarse y conquistar todas las alturas hasta lograr la posición de pie.
Incluso puede dar sus primeros pasos en él, yendo de un extremo a otro y perdiendo el miedo al vacío. Para animarle a ello, se puede colocar su juguete preferido en un lado del parque y señalárselo para que vaya a cogerlo.
Eso sí, solo mantendremos al pequeño en el parque un ratito: él necesita más espacio para investigar, curiosear y recorrer... pasito a pasito.
Mejor nada de andadores
La mayoría de los especialistas desaconsejan el uso del andador o tacatá porque puede retrasar la función motora, ya que aunque el niño se desplace y llegue a mover sus piernas como si estuviera caminando, no está aprendiendo a sostener su cuerpo ni a ejercitar el equilibrio, algo necesario para poder dar los primeros pasos.
Por eso el uso del andador hace que el pequeño se salte etapas beneficiosas para su desarrollo. Si aun así se utiliza, debe plantearse como un entretenimiento más que como un apoyo para ayudarle a caminar, limitando su tiempo de uso.
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